Alcanzamos la tercera semana sin bajas. Mucho calor, más que en Madrid, dentro del avión, con los focos a punto, alcanzamos los 50 grados. Disponemos de una gran nave para rodar, pero el interior del avión donde transcurre la acción se nos queda chiquito, la grúa prácticamente no cabe y Alcaine se las ve y se las desea para encontrar lugares donde esconder la luz. Los chicos, actores y actrices, no parecen sentir ninguna incomodidad (y las sufren, seguro) pero tienen un entusiasmo increíble. Les apasiona rodar juntos. Lo disfrutan muchísimo. Ya tenemos algunos momentos memorables y eso nos estimula mucho. A pesar de todo, yo sigo cagado. No veo a nadie fuera del rodaje, no salgo el fin de semana, no voy al cine, ni al teatro, apenas oigo música (recomiendo ELECTRIC GUEST “Mondo” y de LOWER DENS “Nootropics”), no hablo por teléfono, voy a ver a Chavela los sábados, el resto del fin de semana lo paso con mi gato e inclinado sobre el guión para anticiparme a todo lo que queda. Reconozco que éste es mi estado ideal, vivir dentro de los estrechos confines de un rodaje. Sabemos que fuera hay clamor, que la situación es pavorosa. Pero en el plató es el único lugar donde no se siente la vertiginosa ascensión de la prima de riesgo. Solo leo los titulares de los periódicos, de camino al estudio. Un día de estos tomaré conciencia (ya la he tomado, pero la inercia del rodaje lo aplasta todo) y desde aquí diré lo que pienso de este gobierno brutal.
Pedro Almodóvar
24 de julio de 2012